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El ejemplo de la madre y el padre

Dos lecturas han llamado mi atención esta semana, una es la entrevista al psicólogo y profesor del departamento de psicología de la Universidad de New York Adam Alter en Aprendamos Juntos (BBVA) que se encuentra disponible en vídeo en su canal de YouTube y transcrita en la sección de esta iniciativa en el portal del diario El País de España, y otra  es la noticia en The New York Times “Hecho en Italia” sobre la explotación laboral de las marcas de lujo.

Parecen muy distantes las dos, pero en el fondo están relacionadas, sé que todos o la mayoría tenemos claro que los niños consideran interesante aquello a lo que sus padres prestan atención, independientemente de que eso compita con el tiempo que ellos les dedican.

Lo que nos lleva a la palabra crucial “Ejemplo”.

Es la publicidad, el marketing, todo lo relacionado con la motivación de compra y el ejemplo recibido de los padres (la información que nos dejan con sus gustos, preferencias y decisiones) lo que en mayor medida nos impulsa a consumir “x o y” productos.

Consumir productos de lujo o bajo costo está bien, porque finalmente quienes los consumen satisfacen sus gustos y preferencias, pero entre medias existe algo a tener en cuenta, y es, si ese producto cumple con algunas reglas o estándares que para cada uno son correctos e inamovibles.

¿Qué quiere decir esto?

Nuestros principios, valores e ideales deben estar presentes en nuestras decisiones, si las personas que manufacturan los productos que consumo son remuneradas justamente es una prenda que tiene valor, por el contrario, si es una empresa que paga mal a sus empleados y los explota, el producto carece de valor para ser consumido.

Algo que olvidamos frecuentemente en el proceso de compra es que con nuestras decisiones y ejemplo, apoyamos desigualdades e injusticias, pero que también a través de ellas podemos generar cambios visibles e importantes.

Una producción amigable con el medio ambiente y con los seres que en él habitan es primordial para que el consumo que hacemos de productos y servicios sea responsable y genere beneficios para todos.

Motivo por el cual la toma de conciencia de los padres y que esa toma de conciencia sea compartida a los hijos a través del ejemplo (algo que debe ser premeditado y no dejado al azar)  es fundamental.

La mejor herramienta para combatir las desigualdades e injusticias es la conciencia, porque gracias a ella tomamos mejores decisiones, dejamos el egoísmo y entendemos que hacemos parte de un todo, y que nuestras decisiones afectan o benefician a los demás.

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