Ser feliz se aprende, aunque es algo que no nos enseñan en el colegio ni en la universidad.
Los problemas y el día a día nos arrebatan la felicidad sin que nos demos cuenta, porque nuestra vida se va en distracciones.
Y en los pocos momentos de los que disponemos para pensar en qué nos hace felices y en cómo serlo, estamos tan cansados que se convierte en una tarea titánica aclararnos.
Sin embargo, esta tarea nos corresponde a cada uno de nosotros y se hace cada vez más necesaria con el pasar de los años.
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